Escribía el profesor Luis Cifuentes Delatte en el prólogo de su libro El Laboratorio del Urólogo publicado hace ahora casi medio siglo «No hay tema menor en Medicina que no tenga un especial atractivo y que no pueda crecer en significación e importancia si se acierta a adivinar su escondida trascendencia. La información que proporciona al urólogo la observación microscópica directa del sedimento urinario es insospechadamente fecunda, mucho más de lo que en general se admite».
La experiencia indica que la masificación que se ha producido en las últimas tres décadas en las peticiones analíticas, ha influido negativamente en la atención que requiere la práctica de un sedimento urinario. Para paliar el exceso de muestras que soportan los laboratorios, diversas empresas en los últimos 20 años han fabricado microscopios automáticos que permiten descartar aquellas muestras de orina que son normales. Queda pues un resto de orinas que deben ser investigadas visualmente por un profesional por detectarse elementos considerados anormales en el análisis automático. El porcentaje de orinas anormales varia ostensiblemente dependiendo de la ubicación del laboratorio desde un aproximado 20% en los centros de atención sanitaria ambulatoria a un 40-50% en la hospitalaria y a un 80% en los centros de especializados de urología y nefrología.
Es en estos porcentajes donde el investigador/analista debe exhibir su máxima atención y conocimiento, porque el sedimento urinario, a excepción de la anatomía patológica, es el último análisis clínico de valoración subjetiva. En este punto es donde las dos frases iniciales adquieren toda su potencialidad y significación.
Organizado por:
Patrocinado por Roche Diagnostics S.L.